MI ESTRELLA






Nada que suene a nuevo bajo la luz del sol,

otro día de sol espléndido,

tarde primaveral por sus cuatro esquinas

y me llevo una

porque yo para vivir necesito una esquina,

y desde ella observar el paso del tiempo,

allí, no quiero lamentos

ni recuento de penas,

yo quiero victorias que no aplasten a nadie,

ni humillen, ni agravien,

quiero victorias que sean igual a derrotas

y es que una derrota bien tomada

es la mejor de las victorias,

y una victoria encabronada,

es la peor de las derrotas,

por tanto, hablemos de la tarde,

de su suave luz crepuscular,

de esa hermosa brisa marina,

de los pocas voces que se oyen por la calle,

de vivir de ventanas abiertas

y a espaldas del televisor,

de sentarse a escuchar música

de sonreír ante el aprecio de un hijo,

de oler mis plantas olorosas,

mi menta,

mis gardenias,

mis lilium,

mi jazmín chino 

y de todas mis ganas de inundarme de olores ancestrales,

y ser sabueso y perro a la vez,

y ser música que huela


y que inunde mi memoria de aquellos días,

hay tanto por recordar,

hay tanto por decir

y por hablar y escribir

y todos mis sueños tienen una constante,

tienen su propio ritmo

y cuando quiero tirar del hilo de uno de ellos,

el hilo siempre se rompe

y al final, me queda ese vacío dentro de mi sueño,

colgado de una nube,

y a la espera de que pase una estrella fugaz,

que como saben los lugareños de por allí,

cada 200 años pasa una,

pero no me importa la espera,

 yo mientras vivo dentro de mi propia estrella,

tiene fuertes y robustos muros,

hay diseminados pequeños jardines,

tiene miles de puertas,

algunos peldaños,

varias ventanas que me comunican con el todo,

y yo estoy sentado en el medio,

a un lado

tengo mi planta de menta

un poco más allá, está colocada una gardenia,

y a mis espaldas tengo otra gardenia

(tengo las espaldas bien cubiertas)

y a mi vera derecha me queda una hermosa ventana

y esa es mi nave con forma de estrella

y si tengo que esperar un millón de años,

pues esperaré sentado y tranquilo aquí,

siempre y cuando me dejen estar mi en propio paraíso.


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JULIO CORTÁZAR