
No hay tristeza que no se convierta en veneno,
como no hay mordedura que no se haga con
rabia,
como no hay dos sin tres
ni tres sin cuatro,
como no hay un sólo momento
en que no respire algo de ti,
estás en mi memoria más primitiva,
junto a la hipófisis
y sentada en la silla turca,
tienes las manos cruzadas
y las uñas pintadas de negro,
tu mirada es tibia, tímida y aterciopelada,
en cambio, tu sentir
es algo que no se ve,
pero que yo sé,
que está ahí
y porque lo quieras o no lo quieras,
es imposible
que te olvides de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario