La poesía no besa donde los labios no llegan.
La poesía a veces besa,
otras veces muerde y se enfada.
En algunas contrataca
y por sentirse herida y ultrajada.
En otras,
se defiende como gato panza arriba
y hasta con uñas y dientes.
La poesía no engaña,
el que puede engañar es el poeta,
puede prometer amor
(lo más común)
y en la realidad,
no puede dar nada
y se exprime y no sangra
y se pellizca y no le duele
y te dice que te quiere
pero muchas veces
se lo está diciendo a si mismo.
El poeta no traza líneas en el aire porque sí,
él suelta palabras y versos,
te embauca con la sonoridad de las palabras,
te susurra al oído palabras sin nombre,
te arrulla, te conquista
y al final, te dice
¡si todo era pura metáfora!.

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