El silencio descentra.
Dice Claudia Cardinale que los rodajes con Fellini eran una completa algarabía, “el ruido era su inspiración”; y otro tanto le debía ocurrir a Bertolt Brecht, que escribía mejor si su teléfono sonaba continuamente; o a José Hierro, que parió muchos poemas en una bolera porque en el estruendo de los bolos se concentraba mejor.

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