Usted y yo
no tenemos nada pendiente.
Todo ha sido clasificado y embalado
en el lugar y sitio correspondiente,
los sentimientos han ido por un lado,
y los besos y abrazos a otro.
Aquella tarde preciosa
está junto aquél acantilado
que tengo en mi mesilla de noche.
La luna llena hace equipo con la suavidad de la noche
y juntos, nunca desentonan.
El mar silba la misma canción de verano,
cansina, repetitiva
y sobre todo, intuitiva
y desprovista de prejuicios.
El viento corre en busca del pasado
pero vuelve con manos vacías
y lágrimas en los ojos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario