Durante un rato he tocado el cielo.
Era suave de tacto
era de sabor goloso
era brillante como la luz de un faro gigante,
era fugaz en su luminosidad.
Tuve ese instante entre mis dedos,
y al querer retenerlo entre ellos,
se abrió la puerta de la trastienda
y una corriente de aire con ella se lo llevó.
Es triste la fugacidad,
pero más triste es
no tener instantes de brillante fugacidad
y porque el día y la noche
se hacen igual de oscuros.
Te levantas y es de noche.
Comes y todo sigue oscuro.
Te acuestas
y sin saber si es de día o de noche.
En realidad...
nunca sabrás
si sueñas despierto
o si sueñas dormido.

No hay comentarios:
Publicar un comentario