A veces
le cantas a la luna
y te crecen escorpiones
bajo tus pies.
A veces
le dices a alguien
¡te quiero!
y en ese mismo momento
se derrumba el cielo en modo apocalíptico
y nada quedará
de aquél precioso amanecer.
Al final
no sabes que decir
o que pensar
o que sentir
y menos mal que nos queda el silencio.
No dices nada
y nada te van a decir.
Te rascas, por si acaso
y porque algo tienes que oír.
Hueles en la distancia
lo que te van a decir
y de nuevo
vuelves al silencio de las entrañas
y de los intestinos.
Te dirán
algo me tienes que decir
y tú dirás
lo siento
¡no puedo más!.

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