Tardé demasiado tiempo
en aparecer y en hacerlo a paso seguro y decidido.
Hasta ese momento había sido como el Guadiana
un día aparecía
y al siguiente me daba por desaparecido.
Me gustaba esconderme entre la bruma y el bosque,
un día, mostraba mi lado más amable y cariñoso
y al otro, me crecían los uñas de pies y manos
y me convertía en salvaje alimaña muerta de hambre.
Y todo esto, cansa
y cansa mucho
y te agotas después de tantas transformaciones.
Por eso un día dije:
¡basta! y ¡hasta aquí llegamos!.
Y desde ese día me considero que soy
lo que hace mucho tiempo pretendía ser
y soy con mis aciertos y con mis defectos,
es decir, a partir de ese día
soy un yo al completo.
No soy un grande
pero tampoco soy un bicho.

No hay comentarios:
Publicar un comentario