Que levante su mano
quién se encuentre a salvo de todo.
Porque en realidad
somos pecadores y pendencieros.
Queremos lo ajeno y simplemente
porque es de otro.
Amamos sin criterio
y sin leer nuestros antecedentes personales
ni mencionar nuestras incompatibilidades
por eso más adelante,
pecamos y nos flagelamos
con ese látigo que nos destroza la espalda
y el bajo vientre.
Nos queremos
pero no podemos con tanta historia
maltratada.
Nos amamos
bajo las sábanas de nuestra propia impotencia.
En fin,
nos queremos
pero no echemos cohetes.
Poquito a poco
y paso a paso
y cuando llegue el momento
daremos el gran salto mortal
hacia esa parte que de momento,
desconocemos...
pero que sabemos que está.
Algunos
le llaman desamor
y otros le llamamos
"duelo".
Al final
nos quedan las penas
colgando de un hilo
y las alegrías
esperando su turno.
Pero que nadie se engañe,
las alegrías tarde o temprano llegarán
y en ese momento
nadie se acordará del "duelo" del desamor.

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