SER POETA EN UNA ISLA



Ser poeta en una isla

te hace ver

que se puede escribir poesía rodeado de mar.


Tampoco hace falta ir a una isla solitaria

en las antípodas del mundo,

llega con que los que viven a tu alrededor

no te den el coñazo ni te den la brasa,

vamos, que te dejen vivir en paz y en tu puta armonía.


Yo, para ser poeta de verdad,

necesito tener una casa como en la que vivo,

ancestral, de muros anchos como murallas,

de techos altos e inmensos,

de poco ruido de coches,

alegre, bien aireada,

llena de plantas y flores,

cocina amplia y grande,

bien orientada al sol que más calienta,

que muestre sus arterias de vigas de madera

y que cuando yo quiera

me pueda perder dentro de la jungla de sus habitaciones.


Después, te sientas

y tus manos empezarán a escribir el poema.

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JULIO CORTÁZAR