Demostrado queda,
la ambición es ciega y desmesurada.
La ambición
es un mordisco de un ser infectado
por el virus "de la ambición"
infecta enseguida tu herida
y se propaga a la velocidad del sonido.
Después perfora
nervios, venas y arterias
y crea agujeros negros
en nuestros órganos vitales
y el cerebro, primero,
se hincha y se edematiza
y segundo,
se encoge como una pasa arrugada
y al fin,
se enquista como una sólo idea dentro:
ser más ambicioso que el resto,
ser mucho más ambicioso que el resto,
ser muchísimo más ambicioso que los demás...

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