Habiendo sido nacido
en la ciudad de Vigo
y con todos los honores a mis pies
y con todas las banderas a media asta
en un día 5 de febrero de un año
que hubo más pena que gloria
(o eso, dice la leyenda),
el parto fue de madrugada
en un día frío y lluvioso
y salí a la intemperie
y con las legañas pegadas
y dispuesto a comerme el mundo.
Después
fui creciendo poquito a poco
y de cada vez me fui comiendo un poco menos.
Pronto
empecé a entender que al principio
te venden la vida como un melón maduro
que se cae de un árbol
y cuando me di cuenta,
que los melones no caían de un árbol
quizá fue demasiado tarde
y todo lo avanzado
tuvo que retroceder y volver casi al principio
y eso me llevó mucho tiempo y paciencia.
Después y por fin
me hice adulto,
trabajé como un desgraciado,
me casé,
tuve tres hijos
y muchas alegrías
y demasiados problemas colaterales.
Y ahora...sigo y estoy aquí,
no me duermo en los laureles
porque no tengo victorias contundentes y definitivas
y lo que tengo en mi mochila es...
batallas ganadas y otras perdidas
y otras en que no sé como salí vivo de esas escaramuzas,
tengo cicatrices y heridas que lo demuestran,
y tengo mis dolores de alma y articulares.
En fin,
me voy haciendo viejo
y poquito a poco
me voy haciendo a la idea
y me voy buscando acomodo
y aún no veo a la muerte
pero sé que está
a la vuelta de cualquier esquina
y que un día cualquiera
me va a hincar el diente.

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