Mi oficio es...
mi oficio es tirar para delante
y nunca mirar atrás.
Así debía de ser
porque mi lucha es contra mis propios fantasmas
esos que fueron quedando
arrinconados en cualquier esquina de mi vida
y en cualquier anochecer o amanecer,
en esos momentos en que todos nos ponemos lánguidos
y buscamos un hombro sobre el que llorar.
Pero se acabó
no habrá más hombros
no habrá más penas lastimeras
ni habrá más lágrimas artificiales
y sin un día o un mes hay que llorar
lloraré y a moco tendido,
pero tendrá fecha de caducidad
y si tal día hay que dejar de llorar,
juro por lo que sea, que se hará.
Total que más da
cuatro lágrimas
que cinco toneladas de agua salada
pero uno, ante todo,
tiene una palabra dar
y si tal día y en el mes y en el año que corresponde,
hubo una sequía de lágrimas
ya sabemos porque se produjo.
Y a partir de ahí
nadie más lloró sobre la tierra.

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