Cuando uno llora
lo hace con ganas
y con demasiadas ganas acumuladas
y porque siempre hay y habrá...
mucho por lo que llorar.
Pero también hay mucho por lo que reír
y cuando lo reclamas te dicen:
no nos podemos reír
porque hay demasiado por lo que llorar
y entonces no reímos ni lloramos
nos contenemos
en el mismo borde de una bolsa de papel
y estamos a punto de decir y a voz en grito
¡no puedo más!

No hay comentarios:
Publicar un comentario