Estoy tan lejos de alcanzar la orilla
que mi angustia se está convirtiendo en pavor
y mis manos, que siempre me dieron ánimos,
se están hundiendo en la ciénaga del desamor.
Puede que un día me salve.
Y ese es mi objetivo
salvarme de la putrefacción
y que de mi piel brote hiedra que me abrigue
y que sea haga tan sensible
que hasta la brisa me produzca dolor.

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