MI POBRE CAMELIO

 

Joder y joder...
se me murió mi Camelio...
y ¿qué pasa?
Pues pasa que hay algunos
a los que se les muere el perro o el gato
y es motivo suficiente para llorar a moco tendido
y hasta para guardar un puto minuto de silencio
todo bicho que respire,
¿pero por un camelio?, ¡que va!...

Bueno en el fondo, a mi me da igual,
pues para llorar no tengo que pedir permiso a nadie
y si aún así, alguien me preguntara el motivo de mis lloros,
le diría que yo lloro... porque me apetece llorar
y eso tendría más peso que llorar por un camelio
y porque somos así y porque así nos han hecho.

Mi camelio,
mi lindo camelio de flores rojas y lozanas,
y cuando se ponía a la faena del florecer
era el primero, era el más grande,
era bestial de necesidad
y todo se cubría de amables flores rojas
y para que hablar del verde de tus hojas,
un verde penetrante, un verde casi fluorescente,
un verde oliva brillante,
un verde de musgo verde,
elegante, grandioso,
majestuoso, untuoso,
amable y de tonos suaves.

Y para que mencionar todo su porte y su conjunto,
su tronco portentoso y llamativo,
sus ramas sensibles y delicadas,
sus hojas de clorofila,
sus flores de rojo escarlata,
y perdonadme...
porque una lágrima
se está asomando por el borde de mis ojos,
y justo antes de que caiga al suelo
la tendré que coger al vuelo,
no puedo permitir que me vean llorar por un camelio,
no sé, tendré que inventarme un nombre
de un gato o de un perro
y así decir que me ha abandonado
después de 10 largos años,
se llamaba Pepe y tenía unas maravillosas flores rojas...
que me recordaban a un camelio que tuve hace muy poco...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

YO HE SIDO MUCHAS COSAS Y A LA VEZ Y AL MISMO TIEMPO

Aquí estamos de nuevo, buscando cosas, rebuscando en otras, removiendo pasados y no dando un punto a ningún remordimiento. Le hecho hecho es...