Yo lo noto:
cada año que pasa
me vuelvo más etéreo,
más volátil, más versátil,
más anodino, más heterodoxo,
menos hábil,
más dolorido,
mucho más dolorido,
más tranquilo
y menos inquieto de piernas que no de mente,
más amable, más cariñoso,
más transparente y traslúcido,
con menos luces pero más potentes
y cuando se me enciende una
se me iluminan las neuronas
como si fueran las luces de una feria.
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