SU SABER ESTAR


Hoy es Martes y lo es todo el día y debía estar más que contento, lo digo por eso del comienzo de las vacaciones. Y lo estoy, lo que pasa es que ahora mismo domina más el cansancio y la modorra que ese pensamiento tan alegre y tan vital, digamos que quiero celebrarlo con mis cinco sentidos y disfrutando de cada segundo. Y ahora me estaba acordando de los que caminan de puntillas por la vida y es que de vez en cuando los envidio y no sé muy bien el porqué, aunque me supongo que alguna relación tendrá con el pasar desapercibidos. ¡Joder!, la cantidad de problemas que se ahorran es inmensa. Te ahorras ser el centro de atención y el ser una diana perfecta para los que están aburridos o para los que se mueren de envidia. Bueno, pues ahora y ya que hablamos del tema, tengo que decir una cosa: yo no me considero envidioso, bueno a veces me entra su pelusilla, pero enseguida me corto y porque al final pienso que cada uno que se lo monte lo mejor que pueda y le dejan...y claro está, sin joderte a ti y a los demás. Vamos, que en mi concepto del disfrutar no entra el joder a los demás.

Mirar, yo no me considero ningún espíritu puro, primero, porque no lo soy y segundo, porque me encantan algunas (que no todas) impurezas que tienen las personas y a mi me encantan las mías. A veces me gusta ser egoísta, otras veces, engreído, impaciente, agresivo, imparcial, desaprensivo y retorcido, me encanta ser retorcido y no ser nada fácil de ser interpretado. Me encanta la frase: "es que eres un tío muy difícil" y porque en cambio de ponerme fácil y para facilitar las relaciones, esa frase hace que se incremente mi lado más oscuro y como si me sintiera orgulloso de mi cara oculta. Cosa que es más que cierta, me siento orgulloso de mi parte escondida y porque siempre me ha demostrado que merece la pena de tener o de poseer.

Nunca me ha decepcionado mi parte oculta, hombre a veces, pero hablando en general, pues no. Muchas veces he metido la pata, he jodido a personas, he machacado a otras, pero digamos que casi siempre fue mi parte consciente o conocida la que se encargó de hacerlo mal y peor...y en cambio, mi parte más visceral, más intuitiva, más animal y más espontánea, pocas veces ha metido la pata y si la ha metido, rápidamente la he corregido. Y al final me vuelvo a reafirmar: me siento orgulloso de mi parte más mía, de sus pensamientos, de sus sentimientos y de su saber estar dentro de mi cuerpo y alma.

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JULIO CORTÁZAR