Hay que estar preparados para lo peor
y disfrutar de lo bueno.
Esa es la fórmula.
Saber que nada es duradero;
que la palabra siempre es engañosa,
falsa, equívoca;
que lo que hoy nos une
eternamente, mañana será polvo, odio quizás,
historia de la mala;
que la vida se venga
en la felicidad.
Saber que será así,
o podrá serlo.
Y vivir como si el tiempo
nos debiese algo, como si fuese nuestro,
exigiéndole al contado lo que nos pertenece.
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