Me gusta contemplar la vida
desde el ángulo más invertido,
verle su culo y almorrana,
su espalda, sus omóplatos, su cóccix, su sacro,
su hueco poplíteo...
y por supuesto, su tendón de aquiles.
Me gusta la vida vista del revés,
con óptica de agujero negro,
con perspectiva de cámara oscura
y observar como se acercan o se alejan
sus curvas más peligrosas.
A mis años...
las curvas se difuminan
entre la bruma de la mañana
y las cataratas que cuelgan de mis ojos
y al final, ese va a ser mi espacio,
entre mis pestañas
y las telarañas que cuelgan del techo.

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