APRENDÍ

 

Aprendí a disparar balas de paja.

Fueron mis únicos disparos.

En consecuencia...

nunca maté a nadie,

aunque lo deseé varias veces

y en uno de esos días donde te inunda la rabia y te invade el coraje

y en donde tu única idea se tiñe sangre.

Aprendí a tirar piedras,

y era bueno,

tenía buena puntería

apuntaba y la mayoría de las veces, 

le daba a algún animal vivo,

hasta que un día se me acabó la inocencia

y me hice consciente de mi inconsciencia

y desde ese día decidí

no volver a matar a nadie con piedras.

Y ahora, no mato

 ahora, sólo respiro y vivo

sólo intuyo a veces, que el invierno será duro

y que el verano será de sol impío.

Ahora bien, 

siento que el otoño será mío (siempre fue mío)

y que a la primavera la dejaremos a medias

un poco para tí

y otro poquito para mí.

Ahora 

me tumbo a contemplar la luna

y hago recuento de mis desencuentros,

ahora

añoro y busco tus besos bajo mi almohada.

Ahora

no me hundo porque no me siento hundido,

y tampoco floto como un corcho suspendido

ahora vivo, pervivo,

siento, amo, quiero,

añoro y te echo de menos,

pero aquí estoy,

de pie, 

con la mirada al frente,

y esperando a que salga la luna.


 

















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JULIO CORTÁZAR