AL PRINCIPIO DE TODO

 

Al principio de todo
éramos tierra viva en medio de un páramo.
Más tarde crecimos como seres vivos,
siempre latiendo
siempre queriendo
siempre abriéndonos paso entre el gentío.
Y así hasta que de repente
se nos arrugó el cuerpo
y se nos expandió el alma
y entonces nos dimos cuenta...
que el alma no necesita ni un cuerpo ni un esqueleto


 





















No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR