Yo no me celebro
pero tampoco me odio,
digamos,
que me dejo querer
por mi mismo y por los demás.
Tampoco es que no me soporte,
más bien, me gusto
y si pùedo y me dejan, disfruto de mi mismo.
No vivo enamorado de mi propia sombra
ni de mi imagen reflejada en un espejo,
vamos, que físicamente me soporto
y mentalmente me admiro.
Del alma prefiero ni hablaros,
del alma me lo como todo
y lo siento por mi mala educación
pero no la comparto con nadie.

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