Y PUNTO

 

No me gusta decir adiós. Odio decir adiós o hasta nunca o hasta que la muerte nos separe. Prefiero el hasta luego o nos veremos mañana o pasado o el año que viene, o cuando la música se calle o hasta que no nos aguantemos más y entonces y en conclusión, a partir de ese momento quizá y digo quizá, porque no creo en el absolutismo, quizá no nos volvamos a ver. Pero quién sabe y puede pasar y pasa, que han pasado 20 o 15 años y vas tan contento por una acera de tu pueblo y de repente se te cruza una mirada de otra persona que te resulta familiar y conocida y en fin, y lo es y porque es aquella vieja amiga que lo fue en aquellos lejanos tiempos y con la cual conviviste varios años. Pero claro y por gajes del destino vino a posar sus pies en tu pueblo. ¿Y que fue de tu vida? y ¿y qué tal estás?, ¿te has casado?, ¿has tenido hijos?. Y no da tiempo a contestar a tanta pregunta, además dichas preguntas son mutuas. Bueno, después de un breve psinosis de la vida de cada uno (demasiada superficial), pero tampoco le podemos pedir peras al olmo y después de 20 años, como uno puede tener el poder de sintetizar semejante período de tiempo en 5 minutos.

Además, esos 5 minutos es todo lo que hay. Es decir, después de esos 5 minutos no hay mucho más que nos podamos decir. Porque la fibra que nos unía hace más de 20 años está rota y podrida. Y entonces, es cuando se produce un intenso vacío de silencio. Y ahora que le cuento, ¿mis intimidades, mis profundos problemas personales o mis momentos de mayor felicidad y en donde ella ya no está incluída? o simplemente, me la quedo mirando y con una sonrisa tibia le digo: me alegro de volverte a ver, espero que te vaya bien y seguro que por casualidad, nos veremos otro día y a saber donde. Uno siempre deja una puerta abierta y porque volvemos a mi argumento del principio, es muy feo decirle a alguien a la que has querido, que nunca más la volverás a ver. 

Claro que también puede pasar que la otra persona te pregunte con toda su retranca: ¿Te has casado?, ¿has tenido hijos?...y porque creo recordar que de aquellas decías que nunca te ibas a casar, que no querías tener hijos. Entonces, te has casado, has tenido hijos y que más cosas que me juraste que nunca jamás harías, no has cumplido. Tu cara es un poema, no sabes donde meterte ni como poder explicarle que en la vida se juran muchas cosas y que posteriormente y porque el mundo y la vida se cambian y se transforman y tú a veces, lo haces con ellas. Y la guinda del pastel, es cuando te dice que ella no se ha casado, no ha tenido hijos y como si ella fuera un compendio de la consecuencia y tú un falso que entre otras cosas le jodiste una parte de su vida. Te mira con cara de venganza y porque simplemente se está cagando en todos tus principios. Bueno sí, le dices...pero la vida y las circunstancias, ya sabes la vida cambia y van pasando cosas. Mientras ya estás dando un paso para acercarte a su cara y para largarle un par de besos y en tono un poco cortante le dices un hasta luego. Y porque ¿qué coño le vas a explicar de tu puta vida?. ¿Acaso te va a entender en algo o acaso tú le vas a entender en algo?. Está claro que no. Si a uno ya le resulta sumamente difícil explicarse a si mismo su propia vida, no digamos intentar explicárselo a alguien que supura desconfianza hacia tu persona. Un hasta luego y ya nos veremos en el infierno. Y punto.














No hay comentarios:

Publicar un comentario

LA CAÍDA de Batania

Fue mi historia con ella como tirarse del décimo y encontrarse en el aire con una mujer que se había lanzado del noveno: pensé que nos unía ...