AUTOCONTROL


Autocontrol, me decían, me decían cuando me veían descontrolado. Y yo, hacía como si no escuchara y como si no fuera conmigo. Autocontrol me digo a veces y me lo digo cuando me veo desbordado. Autocontrol, me decían en aquellas charlas en que se hablaba de autocontrol. Y bueno, siempre lo decía el tío que en apariencia parecía ser el más controlado y como si el controlarse fuera tan sencillo y lo decía ese tipo que iba perfectamente trajeado y que medía sus propias palabras con una regla matemática y nunca y nunca se pasaba de la raya, ni elevaba la voz más de lo necesario. Era un psiquiatra comedido y equilibrado, parecía un santurrón obrando milagros y como si el autocontrol fuera un tema dependiente de la voluntad de cada uno y todo esto era para que los oyentes nos sintiéramos culpables y por no saber autocontrolarse. A ver, el psiquiatra tiene que saber venderse y no va a dejar que el tema resulte ser demasiado fácil y sencillo y que tú solito lo puedas resolver y porque para eso está él, para darte una medicación que ejerce de bomba en tu podrido cerebro y para darte unas herramientas que te irá dando y poquito a poco en 100 sesiones terapeúticas. 100 sesiones y eso es una pasta gansa. 

Pero hoy no vamos a hablar de pasta y porque para hablar de pasta está la economía del bienestar. Además, si tú acudes al psiquiatra es que estarás jodido del coco pero bien jodido de verdad. Uno no va al psiquiatra, para desfogarse y decir cuatro tonterías banales y uno va al psiquiatra, si no sabe en que lugar se encuentra y solo se enroca dentro su propio coco todo loco. Yo fuí varias veces a un psiquiatra y solo una vez me resultó positivo y porque el tipo se volcaba y veías que le jodía que no salieras del pozo en donde te encontrabas. La luz al final de túnel, no existía y era un mero espejismo con el que te engañabas. De todas formas, yo al final salí del pozo, pero creo que salí porque quise salir y no por lo que me decía, en éste caso, el último gilipollas que ejerció de psiquiatra conmigo. Salí porque me dió la gana y eso no explica para nada, el porqué pude salir de mi propio pozo.

Las únicas herramientas que me dieron, fueron: escribe al final de día como te fue el día, marca tareas para mañana y de nuevo, escríbelas y haz deporte y para cansar tu delicado cuerpo psicótico. Y eso es todo lo que me dieron. Por tanto y como conclusión, todo el trabajo lo realicé yo y mis inmesas ganas. Eso sí, lo de escribirlo todo, me ayudó a seguir escribiendo y en esa estamos ahora, escribiendo y curado de coco y sobre todo, satisfecho conmigo mismo.





























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