CENTROS DE CIUDAD

 

Hoy es jueves y ya nos hemos comido otro mes e inaguramos sin mucho bombo, el mes de abril, aunque mi inaguración del mes sea el 4 de abril. Pero bueno, siempre hay alguno que llega tarde y además en mi caso, de esos 3 días que han pasado de abril, he tenido que currar 3 días y eso ya me exime en parte de la responsabilidad por mi retraso. Que llegó abril y no me enteré hasta ahora. Y eso que el mes de abril me encanta y me gusta más que por ejemplo que el mes de mayo. Ya si hablamos de los meses de verano ya no hay comparación posible, cambio los veranos por cualquier mes del año. En mi puta infancia era al revés, me pasaba todo el año esperando que por favor llegara el verano y después llegaba y rogaba que nunca jamás acabara. Claro que los veranos de aquellas eran en mi Galicia natal y los veranos de allí son suaves, tiernos y hasta algo lluviosos y nublados. Por lo menos no son de gota gorda de sudor como son en el Mediterráneo y como ahora vivo en Menorca, no me queda otra que padecer las consecuencias del calor húmedo.

Pero todo, pero absolutamente en la vida tiene sus ventajas y en Menorca yo agradezco y no sabéis hasta que punto, la claridad apabullante de la luz del día y de que este en un pequeño o mejor dicho enano sitio que cuesta ver en el mapa y eso para mí tiene un gran encanto. Claro, que eso pasa salvo en el verano y en donde esta isla se peta de guiris y donde se desborda todo, desde el mar lleno de yates y lanchas hasta las carreteras donde no caben más coches y motos de alquiler. "La temporada" le llaman y en cambio yo le llamaría "la temporada de mierda" y porque entre tanto guiri yo me pierdo. Creo que en el futuro y para nuestra desgracia, que no será muy lejano, el mundo o las personas que lo habitan dejarán de viajar en plan físico y lo harán virtualmente y porque sencillamente estamos desvastando el planeta.

Los centros de algunas y de cada vez más ciudades, se han convertido en viveros de guiris que funcionan a modo marea y cuando se desplazan hacia el mismo sitio, esa ciudad se inclina a babor o a estribor. Aparte de que se disparan los precios del todo, vivir allí económicamente hablando, resulta imposible y tanto para comer como para dormir. En el centro de esas ciudades, de cada vez quedan menos ciudadanos que allí siguen viviendo y porque ante semejante marabunta invasiva, buscan otro entorno menos agresivo y menos agobiante. Yo era una de esas personas a las que le encantaba pasear por los centros de las ciudades, como Barcelona, como Madrid y como muchos otros sitios, pero ese encantamiento se fue rompiendo y porque por ejemplo para tomar un café a la hora de comer te decían que allí solo se servían comidas y te invitaban y no precisamente muy amablemente, a que levantaras el culo de la silla y te fueras a la mierda a pedirte un café de mierda. La agresividad se dispara, los taxistas parecen buitres que están a la caza de algún guiri despistado, los dueños de los bares se transforman en fuerzas del orden que ellos mismos han impuesto. La pasta manda y por encima de todo. La pasta, la miseria humana, la falta de principios, la falta de respeto y la agresividad...son algunos ejemplos de lo que hoy en día impera en el centro de las ciudades turísticas.















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JULIO CORTÁZAR