O sea que la soledad, ¡era esto!
resulta que era esto.
Era abrazar el vacío de la noche,
era mirarme desnudo y sin reparar en detalles,
era comer solo y acompañado de tu propia sombra,
era dialogar con tu ego sin que nadie conteste,
era besar al aire viciado de tus respiraciones,
era aprender a oír tu profundo silencio
y era echar en falta unas palabras...
porque todo en tu cerebro
está cubierto de ecos huecos,
de caricias de otros tiempos,
de aquellos dulces besos
y de aquellas noches al borde del abismo
y cerca de nuestra locura insumisa.
Y ahora me acabo de dar cuenta,
de que la soledad, ¡era esto!.
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