En el recuerdo
nos quedarán las tardes del mes de abril
que por muros no será,
tienen más de 120 años y están más derechos que mi espalda,
claro que su grosor es de muralla medieval,
y cuántas veces me habré preguntado,
¿cuánto sabrán éstas paredes?
han pasado familias y de distinta estirpe y condición,
han pasado guiris queriendo hacer
un hotelillo de poca monta,
y ahora, su poblador soy yo,
y dentro de este confinamiento que estamos viviendo,
tengo a dos de mis hijos conmigo
e igualmente la casa sigue siendo grande e inmensa,
parezco un conde solitario en medio de su gran castillo,
pero bueno como dice el otro,
así me entretengo
y tengo para subir y bajar muchas veces
y cambiar de decorado otro montón de veces,
nunca sobra cuando todo te gusta,
"mi casa" como decía ET mientras señalaba el cielo,
y yo digo "mi casa" sin señalar a nadie,
en tal caso señalo igualmente al cielo,
pero porque me gusta su vestido azul de hoy
y me encanta su traje de noche,
sus estrellas brillantes
y su luna alucinante
y entre millones de individuos
estoy yo y metido en el agujero de mi casa,
enterrado vivo bajo esos muros musculados,
y hoy es tan hermoso el día,
que me estremece,
sol limpio y sin partículas,
claridad bestial,
luminosidad en su grado máximo,
colores más vivos que nunca,
la calle tranquila y sosegada,
el gato del vecino maúlla en el silencio de la tarde,
las pocas voces que hay se enmudecen en la distancia,
no hay coches,
no hay motos,
no hay ruido de infernales máquinas,
y sino fuera por tantos muertos que ha habido,
yo me preguntaría
si esto no estaría dentro lel paraíso.

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