Pues hoy es martes y día 13 de agosto. Y otro día donde va petar el sol y nosotros con él. Hoy me he despertado como me estoy despertando últimamente, agotado, cansado, atontado, obnibulado y lo único que de momento puedo salvar, es mi estado de ánimo. Pero como siga por este camino, pronto y más temprano que tarde, va a empezar a bajar enteros y entonces será el preciso momento en que todo cuadre. Me convertiré en larva rastrera cuyo único pensamiento será poder dormir un poco más. La Apnea del sueño, la puta apnea del sueño me tiene loco y una de dos o duermo con la Cpap (qué es de lejos la máquina más incómoda que se han inventado los cuatro listillos de siempre) o directamente dejo de dormir y para no tener que despertarse con esta sensación de sentirte rendido, cabizbajo y dentro de poco, deprimido. Y todo porque hago largas apneas a las que tengo que sumar el calor imperante y los kilos sobrantes y todo ese mezcladillo de causas, crean el ambiente perfecto para que yo no pueda descansar en mínimas condiciones. Ya digo que de momento, la moral la conservo, pero también sé que como siga así, tendré que seguir escribiendo desde un loquero.
Yo reconozco mis alarmas y en este mismo momento la alarma que señala el límite entre el estar bien o mal dentro de mi cabeza está entrando en funcionamiento. Está avisando cordialmente. Mi cabeza en si misma, nunca fue un portento de seguridad y de estabilidad y alguno me dirá ¿y porqué?...y yo le contestaré ¿y yo que sé?. Siempre fuí un tío inestable queriendo ser estable y quizá ahora con la vejez pueda decir, que soy más estable que nunca. Pero también es verdad, que ahora arriesgo mucho menos que antes y porque por un lado, la experiencia me ha enseñado a no ir por allí y porque por el otro, ahora mido mucho más los riesgos, quiero decir que mido mucho mejor si merece la pena arriesgarse por eso. Uno con el paso del tiempo aprende o así debía de ser, que hay riesgos que uno no tiene que pasar, que ese objetivo no merece la pena y que hay otros miles de objetivos que si la merecen. Yo antes iba de cabeza a todo y una vez metido en el lío, ya vería como salía. Ahora selecciono mucho más, pero cuando tengo claro que ese objetivo merece la pena, me lanzo sin paracaídas.
Claro que como en todo, dentro de la misma vejez hay distintas fases que a veces se pueden enumerar y que en otras siguen un orden anacrónico y nada que después de la fase 1 viene la 2 y después la 3. Pero bueno, yo acabo de pasar hace unos pocos de años, por una fase en que me comía al mundo y a las personas que vivían dentro de él y eso al final creó un exceso de malos rollos y porque no todas las películas acaban muy bien. Y ahora en cambio, estoy en una fase de tranquilidad desbordante, como mucho menos y en todos los sentidos, amo no tan apasionadamente y disfruto de mi viaje a más cámara lenta. Me siento lento pero me encanta sentirme lento y disfrutar de todos los pequeños detalles que nos va regalando la vida. Tampoco es que sea feliz como una perdiz y porque solo lo soy a momentos y a pequeños ratos. Ya véis cual es mi gran problema hoy en día, la puta Apnea del Sueño, pero sinceramente tengo que decir que me está preocupando y mucho.
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