No somos santos, ni putos héroes.

 

Hoy es domingo y debía ser un día triunfal donde desfilaran todas mis penas en fila india y para que al final, se perdieran entre la espesura de un bosque. Oigo risas desde aquí y vienen todas ellas del bar que hay instalado en una esquina de mi calle y si hay risas, yo debía sentirme contento y por eso del bien ajeno. Pero no, no me siento contento por ello y porque me da exactamente igual que rían o que lloren o que se hagan una paja colectiva. Las risas de los bares me las conozco yo muy bien, pues durante un largo período de mi vida milité en sus filas y mientras dura la birra todo es alegría desbordante, pero cuando tienes que volver a tu casa, esa risa se convierte en como voy a disimular que voy colocado. La risa del bar se convierte en mala hostia dentro de tu casa y es más, buscas una bronca para tener argumentos para irte de tu casa y volver al bar. Lavado conciencia, le llaman. Y pónme otra birra y porque me han echado de casa. Y es que no comprendo que le ha pasado a la parienta y todo, por 10 birras que me había bebido. La medida de las birras va cambiando conforme el tiempo evoluciona y al principio de todo, 3 birras ya era bastante y al cabo de unos años 3 birras no son nada y hay que medir de 10 en 10 birras.

Las risas de las bares, son sólamente risas de los bares. Después vendrá la bajada de esas 10 0 20 birras y ahí es por donde se medirá la capacidad que tienes para aceptar la normalidad. También cuentan las escapaditas, voy a por tabaco, voy al super que hay que comprar algunas cosas, voy a por el pan, voy a poner gasofa al coche y miles de disculpas más que tienen un denominador común, que te vas a beber otra birra más. Visto así y a lo lejos o sea años después de que todo esto haya pasado, parece una parodia o una estupidez de un tío muy descerebrado. Y lo es. Pero que nadie se engañe, todos los enganches son parecidos y por no decir que casi iguales. Lo que les diferencia es la intensidad del enganche o de la adicción. No comparable el mono del caballo que el mono del alcohol, pero sí es muy parecido el proceso del enganche. Mi personalidad es la de un ser adicto o por lo menos lo fue durante un período y como nunca se puede decir que no volveré a recaer y aunque hayan pasado años y años. Mis adicciones fueron varias y variadas y aunque lleve años viéndome libre y sano, nunca se podrá decir de éste agua no beberé y más cuando ya has bebido de ese agua.

La vida es demasiado compleja como para ser resumida en buenos y malos, en adictos y no adictos, en amigos y enemigos, en estos son los que me quieren y estos, no. La vida es un proceso de aprendizaje que te sirve para algo si vas aprendiendo de tus errores, pero al mismo tiempo debes saber apuntalar tus aciertos y porwue sin aciertos no hay errores y sin errores no hay aciertos. No somos santos, ni putos héroes.
























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JULIO CORTÁZAR