HAY MUCHAS COSAS POR EXPLICAR


Intento escribir todos los días. Lo juro que lo intento. Pero entre unas cosas y las otras y entre el desgaste que sufren mis articulaciones os puedo jurar que a veces ando como los cangrejos, hacia atrás y sin saber quién me va a dar por el culo. Lo intento con todo mi fervor y ganas, pero el abandono a veces me corroe
y me dejo llevar por su corriente. Vamos a ver, yo no soy un puto héroe que puede con todo y tengo mis debilidades inexplicables y tengo a algunas personas encima de un pedestal (pocas, pero las tengo). Yo podría contaros varios cuentos sobre mi persona, pero ya sabemos todos que los buenos cuentos son simplemente eso, buenos cuentos. Yo podría reinventarme como alguien nuevo, como alguien que quiere desarrollarse de nuevo, como alguien autocrítico que sólo desea transformarse en alguien amable, afable y bueno. Hombre, tengo mis momentos estelares y doy un do de pecho y me convierto en una persona casi insuperable. Querer me quiero pero tampoco pierdo el norte viéndome en el espejo. Me veo y a veces me gusto y otras veces no y en unas pocas me siento neutro y apacible y porque no me entero de que va la vida. Me gusta disfrutar de lo pequeño, de ese tacto que tiene el teclado desde donde escribo, de esa luz tierna y amable de un flexo, de la música que a veces me pongo de fondo, de ese aroma que emana de donde no se sabe de donde. Soy tierno y porque me lo digo yo y soy amable con quién lo es conmigo y amo y amo hasta donde no está escrito y por eso a veces salgo escaldado. Pero mi resumen en ésta puta vida es, es que me siento contento y que pase lo que pase me pueden las ganas de seguir viviendo.

Yo no represento a nadie, ni quiero que nadie me represente. Yo nací en Vigo y sé muy bien que pude nacer en el Cairo o en Gaza y a estas alturas estar más muerto que viviendo del cuento. Pero tuve la suerte de nacer en Vigo y con el mar frente a mis ojos verdes y con el reflejo en mis pupilas de mis queridas islas Cíes (que están en la bocana de mi preciosa ría de Vigo). Podía haber nacido en Namibia o en Sudán o en Mozambique y claro está que estaría metido en la guerrilla local de cada lugar y porque eso va en mis genes (y porque lo tengo claro y no hay más razonamientos posibles). Yo nací en Vigo y claro que estuve metido en la guerrilla local de aquél momento y estuve en primera fila, pero como decirlo, era un guerrillero urbanita que como mucho había lanzado varios cócteles molotov y había encabezado muy pero muy muchas manifestaciones de estudiantes y por eso pasé por la cárcel y fuí castigado como el mayor delincuente del mundo mundial. Un mes en la trena y que de vez en cuando y porque me gustaba sentirme valiente y aguerrido delante de alguna gente, multiplicaba por diez. Pero tengo que aclarar que nunca he pasado hambre o sólo he pasado hambre de estudiante y que a principio de mes me resarcía del hambre pasada el anterior mes.

Yo no viví en el mundo de yupi pero tampoco viví dentro de la miseria y el hambre. Yo nací en una de familia de medio pelo, familia de término medio, a veces rodeado de ricos y pretenciosos y otras veces, haciendo pandi con unos cuantos desarrapados. Mi casa estaba en barrio que lindaba entre dos mundos, a la izquierda (curiosamente) vivía la gente rica y enfrente y a la derecha se situaba el polo contrario. Siempre viví entre esos dos mundos y tengo que concluir que cada uno tiene sus cosas bonitas y feas. Yo fuí feliz viviendo entre ricos y también lo fuí siendo amigo de los más pobres. Pero siendo rico veraneaba y cuatro meses al año (los del veraneo) era un chaval que irradiaba felicidad. El invierno era más duro y ya fuera estando con los ricos o con los pobres, además que mis padres ya no estaban tan entretenidos como en el verano y eso entre otras cosas, significaba tener un mayor control hacia nosotros (sus hijos).
































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