Entre tú y yo, quedó la nada
el marrón de tus ojos se hizo lodo
el verde de los míos se hizo olivo
y el aire fresco y agradable se hizo niebla
y aquella unión entre dos cuerpos amables
se convirtió en arena del desierto.
La nada fue nuestra herencia,
y por tanto, fue nuestra consecuencia.

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