A mí no me hace sentirme más viejo,
el decir y asumir que soy un viejo,
y porque reivindico lo viejo,
reclamo el vino viejo en barrica de roble,
el olor a rancia sabiduría,
el óxido de los días,
la herrumbre que corre por nuestras venas,
la suave y fina piel que un día tuvimos
y la que ahora vamos perdiendo,
reclamo los ojos cansados de tanto mirar hacia atrás,
las articulaciones desgastadas y deterioradas,
los huesos porosos y quebradizos,
los movimientos lentos, dubitativos y pesarosos,
la mirada casi ciega por tanta vista cansada,
el silencio íntimo de los viejos,
las tardes al suave sol primaveral y otoñal,
los tiempos lejanos de cuando de verdad, llovía,
los sentimientos olvidados por ser tan viejos,
el mar reflejado en sus desprendidas retinas,
y la noche,
que en otros tiempos fue joven
ahora se ha convertido en un bucle sin salida,
solo el amanecer nos da vida
y nos hace recordar todos esos buenos ratos
donde uno se dedicó a disfrutar del vivir...

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