MIS IDENTIDADES


Vamos a ver...
Yo no tengo problemas de identidad. Me siento muy identificado conmigo mismo. Me veo en el espejo y sé quién soy. Aunque es verdad que a veces me siento un poco desconocido y hasta un poco perdido, pero yo eso lo achaco a mis lagunas cerebrales que siempre las tuve y me supongo que a partir de ahora irán in crescendo (por la vejez y esas cosas).
Mi identidad física irá decayendo y espero que muy poquito a poco (ese es mi deseo).
Mi identidad intelectual de momento es progresiva y sigue acumulando datos e ideas y a la velocidad del vértigo.
Mi identidad social es más o menos la de siempre, siempre he tenido amigos y compañeros y ¿porqué no reconocerlo?...un montón de enemigos, también. Y en cada esquina del mundo donde he habitado he dejado un trozo de mi corazón. En eso ya me conocéis...soy apátrida y mi patria es donde en ese momento estoy viviendo. Mi bandera, es la bandera pirata, aunque me igual que sea un puto trapo. Himnos no tengo, en tal caso tengo canciones que me traen millones de recuerdos
y de hermososo momentos. Mis sueños no van de identificarse con la peña de mi alrededor o de mi entorno y de luchar por un trozo de tierra y entre todos hacer piña patriotera que hasta está dispuesta a morir por su patria.
La patria, no va conmigo. Ni los Toros tampoco (me refiero a la "fiesta nacional" o corridas de toros y en donde se tortura a toros y caballos sin remordimiento de conciencia ninguno). Y que no me hablen de respetar las tradiciones y porque si la cosa va de eso, porque no volvemos a la santa inquisición y quemamos en la plaza del pueblo a cada uno de esos pecadores que como yo, seríamos empalados y quemados y con la bendición de dios. En nombre de la tradición se han cometido muchas torturas y crímenes y porque la tradición en su máximo extremo, requiere de una rigidez mental bestial y de tener una sola idea fija que es el sufrimiento y por supuesto, todo bien aderezado con dosis altas de violencia extrema y sangre por doquier y que les lleva hasta matar porque según ellos, eso hace reír y hace disfrutar a la gente.
Y entonces yo preguinto ¿y que clase de gente es capaz de disfrutar con el dolor y el sufrimiento ajeno?. Yo, desde luego no me incluyo en esa clase de gente.



















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JULIO CORTÁZAR