Hace unos cuantos de años, yo pensaba que me había quedado sólo dentro de mis pensamientos e ideas. No controlaba las redes sociales (ahora tampoco). pero a base de ver escritos, denuncias, críticas a lo establecido y a base de que seguía existiendo un estado rebelde contra la injusticia, yo me vine arriba y me sentí uno más de esa tribu de perroflautas que no iba de pantalones cagados y porque los odio hasta su alma, y porque además, no soporto los colgajos medio cutres con que adornan sus orejas y tanto pinganillo insertado en una o su dos orejas y con tan poco gusto, pero sobre todo esos zarcillos en los labios y nariz y porque me producen dentera y alergia y sobre todo porque no me gustan y ya está (aunque siendo sinceros del todo, me da exactamente igual, pero es porque si alguien me lo pregunta). Aunque la derecha y los que se sienten de la derecha más ultra y más puro, tampoco tienen el don del gusto y van vestidos exactamente igual que hace más de 50 años, con su pulover de tela fina sobre los hombros, con su lacoste o su camisa que marca clase y con sus pantalones prietos y marcando su pequeño paquete de macho reprimido y sus putos mocasines que están hechos de piel impermeable al agua y sobre todo, se adornan con gran cara de pijo recién engominado y recién peinado. Los pijos no han cambiado nada en su estética y reconozco uno a gran distancia y porque les falta sus andares de como si fueran pisando huevos y sus aires de ir perdonando a esos seres inferiores que no les llegan a la altura de sus talones.
Yo tuve un primo pijo y pijo hasta su médula (y no sé si lo seguiré teniendo) y claro, era de los pijos que no tenían el gran poder poder de su familia y porque realmente era de puta clase media (como yo), pero vivía en un sitio muy céntrico de la ciudad de Vigo, iba a un cole de pasta y porque como hijo único que era, sus padres se empeñaban hasta los dientes y para que su puto hijo se pudiera relacionar con la clase más pudiente. Por tanto y según con quién estuviera, yo era su puto primo pequeño y ya veis que pinta de pringado tiene y otras veces, era un pobre primo muy lejano y al que por pena de vez en cuando sus padres le dejaba comer en su casa. Era pero no era y era cuando estaba en su cas y no le quedaba otro puto remedio que aguantarme y no lo era, cuando él se sentía poderoso con toda su pandilla de pijos. Y mirar lo que son las cosas de la vida y mi hermano que fue tratado por ellos de una manera parecida, pues acabó hiendo muchos años después y acompañado de su última mujer a presentarle a ella a su puto primo pijo y porque como ella era también de alto abolengo (aunque realmente él no lo era, pero se lo creía) debió pensar que lo iba a dejar impresionado a su primo pijo. Él puto primo lo recibió, pero realmente no le hizo ni puto caso y porque estaba lleno de resentimiento y porque en sus tiempos fue tratado como un pijo redomado.
Pues las vueltas que da la vida y mi hermano se casó con una tía con pasta y de altos vuelos y como ya expliqué anteriormente. Tuvieron tres hijos, subió de nivle social (que era lo que realmente le importaba) y ahora vive en el mismo centro de Vigo y justo al lado de donde vivía mi primo. Y pijo el uno y pijo el otro y supongo que ahora se saludarán cuando sacan a pasear a sus perros pijos. La verdad, es que la vida es demasiado complicada como para poder explicarla en 30 minutos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario