EL RESENTIMIENTO
Cuando se está resentido, yo parto que uno no se es objetivo. Pues el resentimiento es algo guardado que no tenía porque estar guardado. pero al estarlo se vuelve en algo reseso y como tal va perdiendo su forma y su inicial frescura y lo que era digo ahora es diego. Por eso cuando sale todo el resentimiento sale como el grito de un animal herido, que es precisamente como se encuentra el ser resentido, como un animal herido. De ahí, que todo lo que por su boca sale, sale como exabrupto, sale como un vómito en escopetazo. Despues, viene una especie de paz interior, una especie de vacio, y es en la que te pregunta ¿que coño ha pasado?. La fase de la perplejidad, se llama. Aún no eres capaz de asumir todo lo que tú dijiste y por tanto, en éste primer momento, aún no eres consciente de tús hechos. Despues poco a poco, en el transcurrir del día a día, te vienen pequeños reflejos de lo que has dicho, son pequeños retazos que aún no eres capaz de interpretarlos, son flashes que van y vienen.
Cuando ya pasa más tiempo, los pequeños retazos se hacen más frecuentes y ya puedes ir empezando a darle forma, ya puedes coger frases sueltas e ir poniéndolas en su sitio.
A medida que vas hilando más y más, ya te vas enterando de que fue el discurso, ya puedes saber de que coño iba el tema, porqué lo escribiste y el porqué de su necesidad de hacerlo. aquí es donde empiezas a ser consciente, hasta ese momento todo era bruma, tú sabías que habías escrito algo y más o menos de lo que iba, pero te faltaba la creteza. Y ahora en ese mismo momento ya tienes la certeza contigo. Tú lo has hecho y tú lo has escrito y aquí no queda otra que coger al toro por los cuernos. Aquí uno tiene que reflexionar, y reflexionar si el objetivo a conseguir era el mismo antes o despues de escribir sobre lo que te encuentras resentido, o sea si tú objetivo inicial se distorsionó despues de lo escrito. porque hay veces, que lo que quiere uno, no tiene nada que ver con lo que consigue y ésta diferencia es abismal. Si yo pretendía, por ejemplo hacer recapacitar a la otra persona sobre un tema y lo que realmente consigo es que la otra persona se sienta ofendida, pues la diferencia es palpable. mi primer objetivo no tiene nada que ver con el objetivo conseguido.
Todo esto parece un juego y no es un juego, es eso si complicado, es un galimatías mental.Pero como conseguir compaginar el objetivo inicial con el objetivo conseguido o sea de que manera se puede afinar para que los dos objetivos se junten en el mismo objetivo. Difícil solución tiene éste problema, pues si uno está resentido lo más recomendable o por lo menos hasta ahora lo era, es echarlo todo cuanto antes, aún a fuerza de que lo que tú digas salga distorsionado y facilmente se pueda perder de vista tú objetivo inicial. Aunque con el paso del tiempo tú puedas ir recomponiendo toda la desfeita y volver, poco a poco, a recomponer el rompecabezas.
La otra posible solución, la de callar y tragar saliva, puede ser válida en un primer momento, pero despues ya es un acto de cobardía, además que esto si que hace más daño. Pues se guarda a sabiendas de que lo estás guardando a la fuerza o sea, que tú lo que quieres es soltarlo, pero por miedo o por otras causas en las que ahora no voy a entrar, vas y no lo sueltas y tal cual lo tragas.
Lo ideal de todo esto sería encontrar el punto medio, el inefable punto medio, pero ese punto no es tan fácil ni sencillo, pues estamos hablando de sentimientos y la hablar de sentimientos ya se sabe, no suele haber punto medio. Y si hablamos de resentimientos aún me doy más la razón, al ser sentimientos guardados y retorcidos, ellos saldrán, casi siempre por la puerta de atrás, la puerta que uno nunca quiere utilizar.
O sea, que en definitiva, no hay nada dicho. No hay una forma ecuánime de soltar los resentimientos ni se sabe el momento preciso de soltarlos. Lo que se suele hacer es guardarlos, como ya dije, o simplemente decirlos y despues atenerse a las consecuencias. Yo antes, hace ahora como 9 meses, era más partidario de tragármelos y ahora, en cambio, soy más partidario de irlos soltando y cuanto antes mejor, antes de que se te retuerzan más por dentro, antes de que cojan formas extrañas. Ahora advierto, despues te toca apechugar con lo dicho y hecho, pero ésta batalla, la de apechugar, es más dura que la anterior, con la de soltar todo lo que llevas dentro y por el camino te encontraras con muchas suspicacias y por supuesto con malos entendidos, pero no queda otra, no queda otra que tirar hacia delante, aunque ésta fase sea mucho más dura. Lo que está claro, es que las cosas nunca se solucionan de forma sencilla, al revés se solucionan a base de sufrir traspiés y zancadillas, todo, abolutamente todo se supera a base de sufrimientos, pero lo que sí, es que los sufrimientos nunca deben ser sufrimientos baldíos, nunca deben ser sufrimientos sin objetivo. Si éste se pierde, el objetivo, cuidado, porque podemos entrar en terrenos pantanosos, podemos regodearnos en ellos y por tanto sin poder salir de ellos. corremos el riesgo de volvernos masoquistas, además, de que dejamos a la otra persona herida sin poder curarla. Si mantenemos el objetivo claro, puede ser que al principio haya reproches y malas palabras, pero si uno sigue adelante y para ello sigue luchando, quizá al final, uno pueda ver la luz al final del túnel y por tanto reconciliarte con la persona que tú has herido.
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