LA CABRA




     Hoy es domingo y eso se nota, se nota porque hay más gente por la calle, porque la gente se viste de domingo, porque los bares están llenas, porque suenan las campanas de la iglesia, porque ponen carreras de coches o porque la gente está más relajada y eso se nota. Claro que el domingo sólo se celebra de mañana, la tarde es tiempo de espera, de espera hasta llega el lunes: se cierran las puertas, los bares se vacían, se cambian los trajes domingueros por batas y chandales horteras y todos a ver como borregos el programa televisivo. Así es la vida y que pena de domingos. Los domingos debían ser otra cosa, empezando por cambiarle el nombre o acaso no hay otro nombre para éste día, no podía llamarse Manuel o Juan o María, pues no, Domingo, el nombre más feo que se le ocurrió a dios para ponerle a su día de descanso. Ahora dios está en el cielo y nosotros seguimos en la tierra, no deberíamos cambiarle el nombre. Yo apoyo ésta propuesta y pienso hablar con Toni Cantó para que me apoye, pues es el único que está dotado para llevar adelante éste tipo de iniciativas. Se nota que tenía ganas el Cantó de asomar su cabeza y no se aguantó por culpa de las ganas y empezó a meterse en causas para el pendientes: que si las denuncias por maltrato la mayoría eran falsas, que si los animales nacieron para morir y en concreto los toros, para divertirnos con su muerte y ahora voy yo y le dejo éste encargo, el de que le cambien el nombre al Domingo. A los pobres que los bautizaron con éste nombre de dios, debieron ser niños no deseados o mal queridos por otra causa y que en definitiva los padres decidieron vengarse de alguna manera y ésta no fué otra que ponerles de nombre Domingo. Los demás nombres que son largos y largos son los de más de dos sílabas, con el tiempo y a base de repeticiones suelen acabar enlatados en diminutivas o se quedan en las dos primeras sílabas, por ejemplo de Javier queda Javi, de de Manuel Lolo o manolo, y de Domingo que queda, Mingo o Domi o Dominguito, a cada cual peor y sobre todo el primero, el Mingo, por su fácil relación con la Minga y eso de pequeño hace mucho daño ya que va a ser producto de mofas. Y ya sabeis como son los niños de crueles, si tú tienes una fisura ellos la abren como se abre una lata, te cortan la yugular sin necesidad de un bisturí, ellos prefieren hacerlo a perdigonazos o a pedradas. Ahora me viene a la cabeza, por lo de las pedradas, digo, esas tardes de chaval de barrio, pues tuve la suerte o mala suerte de vivir en un sitio fronterizo, es decir, yo vivía en el límite entre la zona vip y la zona arruinada o zona de barrio. Era como tener la raya de la frontera que justo pasaba por encima de tú casa y eso se notaba, pues de un lado tiraban y la que más tiraba de ese lado de la cuerda, era mi madre o sea hacia el lado pijo del asunto y venga que no estés con esos harapientos, no ves que son todos unos desgraciados, unos muertos de hambre, unos sucios y asquerosos y mejor te relacionas con fulanito que es limpio, educado y limpio, etc... y yo ni puñetero caso, la sangre me tiraba hacia el otro lado, al lado malvado y oscuro. Pues a lo que iba, había tardes de tedio en que se aburrían hasta las moscas y entonces planificábamos pequeñas excursiones y una de ellas, era irse a un descampado próximo y consistía el divertimiento en ir tirar piedras a los burros, pero no a darles en el cuerpo, si no a darle en la polla. Ya sabeis y si no lo sabiais algo habeis aprendido hoy, que los burros tienen una cacho polla que les llega hasta ell suelo y ahí estaba la diana y el premio lo ganaba quien acertaba más veces, y conssitía en el reconocimiento de los demás niños a tú puntería. Los pobres burros relinchaban y corrían como desposeídos a cada pedrada y así hasta hartarnos de hacer dianas y de dejarle la polla destrozada. Por esta razón, también debo hablar con el Toni Cantó, para que lo reivindique como deporte nacional, el tiro a la polla de un burro, que para eso están los animales, para maltratarlos y darles por el culo.
  Hablando de dar por el culo, se me viene otra historia de la pandi de barrio. En ésta pandi hevy y aguerrida se necesitaba un jefe, no sé muy bien porqué, pero se necesitaba, y se necesitabaporque todos los barrios de la ciudad tenían un jefe y con ésta explicación ya basta, queda claro, y nosotros, como no, teníamos uno y ese uno era el más bruto y bestia de todos. No sé quien puso los criterios de selección para ser el jefe, pero supongo que el mismo y puso la prueba de fuego, que consistía en darle por culo a una pobre cabra. Para ello nos hacía una demostración todos los meses, nos convocaba al descampado más próximo en donde campaban las cabras a su libre albedrio y el se cogía una y delante de todos le daba por el culo, pobre cabra como chillaba, los demás nos quedábamos pasmados y perplejos y eso que erámos unos buenos bestias, pero nadie, por suerte,nunca aceptó el envite del jefe, que empezaba por darle por culo a la pobre cabra y supongo que después vendrían el resto de las pruebas. Desde ese día, las cabras me caen bien y muestro mi simpatía por ellas, quizá sea por solidaridad.
  Despues las cabras desaparecieron del descampado y no volví a ver una penosa cabra hasta que aparecieron ellos, ellos si, los de la escalera, la trompeta y la cabra, los gitanos que aaprecín por el barrio a golpe de trompeta anunciando su número. Un número misero donde los haya, pero pocas cosas más había en la vida de un barrio. Y éste esperpento cirquense era el mejor entreteniento en un día de Domingo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR