LOS CIEGOS

En la vida hay días buenos, malos y días horribilis y la diferencia entre unos y otros está en tí, en como estés tú. Es decir, los días nacen todos iguales y al principio no se diferencian, sa van diferenciando más adelante, a medida que va pasando el día y aquí es donde vas entrando tú. Aunque aquí también juega un papel, la casuística, pues te levantas y más o menos vas capeando el temporal, pero te encuentras con alguien que te jode el día, la casualidad y la mala suerte, juegan su papel. Pero el principal pretagonista sigues siendo tú, pues cuantas veces te dan una mala noticia, que más tarde la analizas y piensas que no era para tanto y menos para joderte el día, pero en ese momento en concreto, te coge cruzado de cables o con el pie que no toca y zas, te deja hecho una mierda. Y es más, hay otras veces que te un notición sufiente para suicidarte en el acto y tú como un campeón sales triunfante.

   O sea, que depende el tener un buen o mal día de múltiples factores: del tiempo, de la casuística, de como hayas dormido, si al ducharte tenías agua caliente, si te tomaste un buen café al levantarte, de lo que tengas pendiente para ese día, y sobre todo en el como tú te encuentres. Y el como tú te encuentres depende de otros factores, digamos que inexplicables, en el juegan el estado de ánimo, el si estás brillante o empanado, el si has desayunado o no, en fin de factores indescifrables. Si yo los supiera sería entonces dios, tendría el secreto de como funciona la vida y el porqué de nuestra existencia. Filosofía barata es lo que os cuento o como diría el otro filosofía cotidiana, del día a día. Como decía Einstein, todo es relativo y tanto, pues para tí un día bueno, a lo mejor al día siguiente, ya no lo es tan malo y pasa a ser bueno, todo depende de como sea el día siguiente, pues si es peor que el anterior, cambia tú escala de valores. Y a éste juego se prestan todas las variantes: un día bueno puede pasar a ser malo y viceversa, e igual entre día horrible y malo. Lo que es más difícil es pasar de un día bueno a uno horrible o al revés, pero también puede ser, por lo menos a mi me ha pasado, pues como en todo en ésta vida, los extremos se tocan y a veces se confunden.

   Hoy es Domingo y en principio no he tenido un mal día, siempre podía haber sido mejor, pero ese siempre, ese siempre equivale a pensar que a mi me podía tocar la lotería o la quiniela. Por cierto, que yo no soy nada de loterías ni quinielas y no lo soy porque no creo en ello. Ya sé que podía tocarme un montón de millones, lo sé porque lo dicen, pero repito, yo no me lo creo. No sé, me suena a pufo como el de la estampita, pienso que los que salen en los anuncios diciendo que a mi me ha tocado, son actores pagados para que lo digan, estoy convencido que es un tinglado bien montado y por eso sigo diciendo y me auto confirmo en ello, que yo no me lo creo. Es como el del anuncio del Nescafé, en el que nos dicen, que nos puede tocar una paga mensual el resto de la vida y para ello se necesita tomar mucho Nescafé, vamos para que te toque y por eso han contratado a un tío empanado y de elcroencefalograma plano. Y el reverso del anuncio, o sea la cara oculta, la que no se ve pero es la que importa y es la que a mi me tiene preocupado, es a quién le ha caído el menda del anuncio, si éste atontado que tiene un hijo pequeño y que está casado, y dice el imbécil que con Nescafé va a dormir bien el resto de su vida, si no lo despierta, claro, su niño pequeño. Hay que gracia, es que me parto, me destornillo con la risa, que gracioso el menda, que ocurrencia: si no me despierta mi hijo, ay!! que me meo. Pues yo sinceramente y lo digo si hace falta nate Notario, prefiero que se metan los 2.000 euros por el culo, antes de quedarme descerebrado, como el crack del anuncio de Nescafé.

   Por no jugar no juego ni a los cupones y eso que con los ciegos tengo debilidad. Empezando porque para mí son un misterio sin resolver, pues todos los que conozco que venden cupones ninguno es ciego, o le dieron a las drogas o a la priva o se intentaron suicidar comiendo caramelos, pero ciegos, lo que se dice ciegos, ninguno. Yo recuerdo a los ciegos de mis tiempos, esos si que eran ciegos de verdad. Los recuerdo con su larga vara y a algunos los recuerdo por su mala hostia, ya que repartían estopa por donde pasaban y aún así alguno me mosqueaba, pues no arreaba igual al pasar entre los tíos, que entre las tías, son ciegos pero no son tontos o sea que algo junaban los tíos. Pero bueno en general eran ciegos, ciegos auténticos. De aquellas se estilaba como buena obra del día, el ayudar a un ciego a cruzar el semáforo y ésta buena obra te compensaba bastantes pecados o sea que al cambio, si te merecía la pena. Aunque a veces, sobre todo si era un ciego reconocido por su mala hostia, por la cabeza se te pasaba guiarlo hasta un precipicio o dejarlo en el medio de la vorágine de coches. Y que nadie me diga que alguna vez no se le ocurrió ésta idea o parecida, como ponerle la zancadilla o que al pisar una mierda se resbalara o que lo atropellara el tranvía. Yo a fuerza de ser sincero, se me pasó bastantes veces, pero mi educación católica me lo impedía o me lo impedía realmente, que la gente me viera.

  Ahora ya no tengo pensamientos macabros con los ciegos, no los tengo, pero no sé si es debido a que me he curado o es que como hace tiempo que no veo a ningún ciego, no tengo reacción primaria o sea reacción efecto- causa. O sea que hasta que me cruce con uno de verdad, no sabré si he superado las ganas que les tengo o les tenía. Y los de Once no me ayudan para nada a superar mi trauma, cada vez que los veo por la tele, y yo si los veo, porque no estoy ciego, empezando por su jefe supremo, me pongo de los nervios. Es como si estuviera convencido, de que tienen un poder paralelo, supongo que oscuro y subterráneo, pues es donde se mueven como peces en el agua y que poco a poco, a paso de ciego, van ganando terreno y es más a veces llego a imaginar que por encima de Ángela Merkel, hay un ciego, que es el que nos dicta las leyes y nos funde a base de tanto recorte. Lo que si sé es que ciego está seguro, pues para hacer lo que hace, es que no está viendo lo que realmente está pasando, seguro.

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JULIO CORTÁZAR