Me repongo y me compongo,
me lavo y me visto,
una mirada rápida en el espejo,
y listo para empezar el día.
Es el día a día,
lo cotidiano, las pequeñas manías,
lo estipulado, el automatismo robotizado,
el hago esto primero y después hago lo otro,
y en ese orden previamente determinado.
A veces me pregunto,
el porqué no me salto esa orden,
y me rebelo contra las costumbres,
hago un par de amagos de revuelta,
y al final y sin darme cuenta,
agacho la cabeza y vuelvo al redil,
como una desobediente ovejita.
No sé muy bien el porqué,
porqué se necesita tener pautas,
y doblegarte ante la disciplina,
no lo sé, pero lo que yo sé,
es que si no sigo el carril marcado,
y perfectamente delimitado,
me pierdo entre el tráfico de cada día..

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