No sé que me tengo que suponer, que hay vida después de la vida, o que
no hay nada, la nada absoluta, no lo sé ahora, ni lo sabré nunca. Que
tengo que suponer, que existe el infierno, y entonces que es esto en que
vivimos, no creo, pues no puede haber un infierno peor que éste. Si Dios
existe, que baje al ruedo y me convezca que esto no es el Infierno en
vida. Esto está que trina, revienta y explota y cada día es una nueva
gota que rebosa el vaso de mi paciencia infinita.
Ayer pillaron a un monje shaolí de postín y no era ni monje, ni maestro
de kung-fu y lo que era realmente era, era un asesino engreído, un
enano de circo, sólo que en éste caso, el circo era real como la vida
misma, como las mismas vidas que fué segando. Cuanto colgado suelto, cuanto sátrapa y mira que el payaso resulta que arrastraba gente, y salió en la tele y en las revistas y con su dogmatismo fanático el tío creó escuela. Y eso, ¿no indica nada?, pues para mí indica mucho, menuda sociedad de mierda, que colgados tenemos que estar, para seguir a semejante payaso y hacerle famoso e idolatrarlo como a un semidios. Cuando en realidad era un enano infiltrado y acomplejado, que prometía el equilibrio de la psique a través de él y también prometía, el vaciado de los bolsillos de sus seguidores. Soltara el rollo que soltara, tenía adeptos que le seguían y si hablaba de voto de pobreza, le seguían al mismo ritmo que el tío se montaba en el dólar. Pero la reflexión social no se hace, sólo se habla de lo malo que era el tío y como se lo montó para engañar a todos. La pregunta es de nuevo obligatoria, ¿estamos tan necesitados de mentes milagreras?, sí y lo demuestran los hechos: a ver, si el tío estaba montado, no era con dinero falso, el dinero era verdadero, entonces, ¿a quién se lo quitaba?. Como no conviene hurgar, pues no se hurga, se habla de la maldad del individuo y no se habla de la cantidad de pringaos que cayeron en sus redes. No se puede, ni se debe hablar del tema, pues sería levantar ampollas sobre ésta sociedad de mierda y demostraría una vez más, la falta de formación y de conciencia de muchos de sus habitantes.
Yo me estoy pensando que ante la crisis que padecemos, voy a tirar del imaginario y me voy a meter monje maoísta y pondré de nuevo de moda el libro rojo, como guía de salvación de la humanidad y haremos todos juntos la larga marcha, la larga marcha no sé adonde, pero ya me buscaré un objetivo y si le pongo un poco de énfasis y hago que me lo creo y con unas pequeñas dosis de calculada locura, seguro que creo una secta. Después sólo toca convencerles que se vacíen los bolsillos en señal de respeto al maestro, que soy yo y ya está, ni crisis ni hostias benditas, la pasta en un banco de Suiza y en la misma sucursal del Bárcenas.
Lo malo y lo peor de éste tema, no es que hay un colgado asesino como éste y su grupo de seguidores, lo peor de todo, es que por nuestra geografía hay miles de monjes shaolís vestidos de naranja, miles de vendedores de almas que prometen el zen o el equilibrio perfecto o el yin-yan o el paraiso prometido o el arco iris de colores y si sumamos poquito a poquito a todos sus acólitos, al final resulta que son una legión de ellos. Entonces que cada uno reflexione lo que quiera, pero lo que queda más que claro es hay algo que nos falla.
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