| Esto es una palabra en forma de gota. ¿Que preciosidad!. |
las he buscado por cada calle,
en cada rincón y en cada esquina,
en el mar de Alborán y en el océano Atlántico,
en el mar Mediterráneo y hasta en el Antártico,
y nada, las palabras no estaban.
He buscado a las palabras,
y ahora estoy seguro,
que no fuí yo,
que fueron ellas,
las que me encontraron.
Las palabras seguirían mis pasos,
por bosques tenebrosos,
o subiendo montañas nevadas,
o descendiendo por los acantilados,
yo sólo, y en busca de ellas,
persiguiéndolas como una quimera,
y por todo el Universo, busqué,
y hasta por debajo de la Tierra,
yo, como un buscador de una mina de oro,
o como un alquimista con una sóla idea,
o como un buceador de las profundidades,
removí el cielo y la tierra,
y hasta recompuse el firmamento,
y su respuesta,
fué, el silencio de la nada.
Las palabras me encontraron,
en un día cualquiera del verano,
cuando el sol entumece tú cerebro,
y tú piel se quema con el fuego,
y ellas, en ese momento,
en que menos te lo esperas,
van y se presentan,
sin pedirte una cita previa.
Ahora las palabras están conmigo,
las tengo delante de mí,
y se plasman en lo que escribo,
pero sé, que hay tantas y tantas,
que esto, es sólo el principio,
es la punta del iceberg,
y es sólo una muestra de su presencia.
Ellas son tan grandes y tan bellas,
que siento como me enamoran,
y eso que dicen,
que a las palabras se las lleva el viento,
puede que se lleven a las otras,
pues éstas palabras, son mías,
y no hay nada, ni nadie,
que pueda quitármelas de encima.
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