De nuevo hace unos días me encontré con esa palabra, la voluntad. La voluntad, la fuerza de voluntad y sus consecuencias. Creo que era un tío que hablaba de haber superado algo fuerte e importante, algo que le había marcado la vida negativamente y que gracias a su entrega, constancia y sobre todo a su fuerza de voluntad había superado ese problema. Ahora me acuerdo, era una entrevista al torero que un cuerno de toro le había arrancado media cara y el ojo izquierdo entero, el Padilla, se llamaba y ahora lleva puesto en su ojo un parche de pirata. Narraba que después de ese día, en que el toro se llevó su media cara y el ojo de regalo, pasó una fase una depresión muy fuerte, pero que viéndose al espejo un día se dijo: se acabó, lo tengo que superar por mis hijos. Y no es que le creciera de nuevo el ojo, no señor, sino que aplicó con disciplina estricta su fuerza de voluntad y a consecuencia de ello, ahora se encontraba mejor que antes del percance, vamos mejor, mucho mejor, divino.
Me alegro por el tío, pero no le creo, que sólo por fuerza de voluntad haya cambiado su vida. La constancia, la fuerza de voluntad ayuda, pero no es la solución de nada, ayuda a mantener unos mínimos cuando no tienes nada o tienes muy poco, ayuda a no caer del todo en el pozo, pero no marca nada, sólo marca horarios, agendas y calendarios, pero para nada puede cambiar tu estado del ánimo. Puedes ocuparte todo el día y cumplirlo todo sin falta, pero eso no significa que hayas cambiado tu forma de ser y de estar ante la vida. Además en éste caso el tío dejaba vislumbrar el verdadero motivo en el que se había apoyado y reconocía que ahora era un torero de primera y muy reconocido y que antes de esa maldita connada, era un segundón que no conocía nadie o casi nadie. O sea que cambió media cara y un ojo por ser famoso o para no ser tan malicioso yo en mi análisis, lo hizo porque le encanta el torear y ahora toreaba en las mejores plazas y todo gracias a la cornada. Claro que se podía pensar que era un consuelo, claro y lo que yo planteo, aparte de que fuera o no fuera consuelo, es que a él le valió para levantar su vida o ánimo vital. ¿Y que papel jugó aquí la famosa y manoseada fuerza de voluntad?, pues creo que no mucho, quizá para echarse más flores encima: lo hice y lo conseguí gracias a mí y sólo con mi sudor y mi autodisciplina. Yo creo que ante un hecho así, no hace falta echarse más flores, que el tío esté bien y animoso, ya es más que suficiente, sólo por eso se merece medallas y desfiles, orejas y rabos y por supuesto, que todos nos quitemos el sombrero.¡Chapeau para el tío!.
Me alegro por el tío, pero no le creo, que sólo por fuerza de voluntad haya cambiado su vida. La constancia, la fuerza de voluntad ayuda, pero no es la solución de nada, ayuda a mantener unos mínimos cuando no tienes nada o tienes muy poco, ayuda a no caer del todo en el pozo, pero no marca nada, sólo marca horarios, agendas y calendarios, pero para nada puede cambiar tu estado del ánimo. Puedes ocuparte todo el día y cumplirlo todo sin falta, pero eso no significa que hayas cambiado tu forma de ser y de estar ante la vida. Además en éste caso el tío dejaba vislumbrar el verdadero motivo en el que se había apoyado y reconocía que ahora era un torero de primera y muy reconocido y que antes de esa maldita connada, era un segundón que no conocía nadie o casi nadie. O sea que cambió media cara y un ojo por ser famoso o para no ser tan malicioso yo en mi análisis, lo hizo porque le encanta el torear y ahora toreaba en las mejores plazas y todo gracias a la cornada. Claro que se podía pensar que era un consuelo, claro y lo que yo planteo, aparte de que fuera o no fuera consuelo, es que a él le valió para levantar su vida o ánimo vital. ¿Y que papel jugó aquí la famosa y manoseada fuerza de voluntad?, pues creo que no mucho, quizá para echarse más flores encima: lo hice y lo conseguí gracias a mí y sólo con mi sudor y mi autodisciplina. Yo creo que ante un hecho así, no hace falta echarse más flores, que el tío esté bien y animoso, ya es más que suficiente, sólo por eso se merece medallas y desfiles, orejas y rabos y por supuesto, que todos nos quitemos el sombrero.¡Chapeau para el tío!.

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