El barco sigue su curso y su navegación resulta ser excelente, corta el
agua sin apenas dañarla y yo me siento en la proa y contemplo el
paisaje. El paisaje es nítido de claro, es amplio y brillante, es el mar
en su totalidad y es su murmullo el que me va adormeciendo junto a mis
pensamientos envolventes. Y salvo algunos días, yo me levanto viendo al mar y lo veo
en toda su grandeza espléndida. Hay días de bruma, espesa y fría y el mar se tiñe de gris plomizo, igual que mis ideas se cubren de óxido intenso y el problema es que ese óxido es muy difícil de quitar.
Hoy es día gris plomizo o día de ideas oxidadas, porque en realidad el
día fue de sol intenso de verano y menos mal que el viento apareció y
alivió y dió frescor a éste cocedero de mariscos que pudo ser éste día 9
de agosto. O sea que si el día no fue gris, pues que no me queda otra
que reconocer que estoy oxidado y espeso y reconocer las cosas, dicen
que es de sabios y así os lo demuestro una vez más, que no hay nadie más
sabio que yo.
Yo creo que Dios me
sigue poniendo pruebas de fé y después de mandarme una plaga, ahora me
está probando en la condución. Para ello cuando voy al volante de mi
vehiculo me baja el sol a la altura de mis ojos claros y me deslumbra
con esa claridad que me demuestra que dios existe, pero el problema es
que en su demostración me enciega y yo no puedo ver. Ya van dos veces
que me hace la misma prueba y lo hace justo y un poco antes, de
atravesar algún paso de peatones. Y si yo no puedo ver, pues me entero
que tengo un paso de peatones después y en el momento que me veo encima
al tío que estuve a punto de atropellar y que de un volantazo tipo
Fernando Alonso, logré esquivar y a menos mal.
Si Dios se pone así, tendré que creer en él y si está probando mi fé,
que dios no dude de mi, que a partir de ahora me haré legionario de
Cristo Rey y si hace falta resurgiré de sus cenizas a las Cruzadas y
nada a matar moros y paganos y lo haré en el nombre de Dios. Dios es más
listo que yo y su paciencia es infinita y la mía no lo es y ahí es por
donde él me tiene cogido de los huevos y aprieta y aprieta y eso me hace
doblegarme ante él. Así que a partir de ahora soy creyente ferviente y
os juro que no volveré a cagarme en Dios, en la Virgen y en todos los
Santos, puede ser, tampoco voy a tener que creer en todos sus
acompañantes o eso espero, pero en él si que no podré volver a cagarme
más. Y por favor que Dios me perdone y oiga las plegarias de un ser, que ahora, se arrastra ante él.

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