lo agredo y le hago daño,
y después le pido el perdón,
y mis disculpas más sentidas.
A veces le pido a dios que me ayude,
se lo ruego y se lo imploro,
y espero una seña, un gesto, una palabra divina,
y dios no me dice nada,
ni siquiera me dice una sóla palabra.
A veces sueño despierto,
y me balanceo entre lo real y lo irreal,
y juego a deformar lo que veo,
y cuando me despierto,
me acuerdo de dios y de su silencio.
Otras veces,
me encuentro desnudo,
y con los sentimientos dolidos,
y con la esperanza aterida,
tiesa y muerta de frio.
Otras veces,
me deslizo a rastras,
y me pido perdón a mi mismo,
me digo lo siento, lo siento en el alma,
lo siento más que a mi muerte,
y entonces,
yo sólo me perdono.
En fin, a veces canto
y otras veces lloro,
y a veces hablo y me rio sólo,
y no encuentro la paz,
la paz de dios,
ni la paz de los hombres,
sólo sé,
que me encuentro a mi mismo,
y siempre que me encuentro,
estoy yo,
yo sólo y conmigo mismo...
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