ARDE EL MONTE DO PINDO

Hoy es el entierro del Monte do Pindo
      Hoy he recibido una triste noticia, el monte do Pindo, también llamado el Olimpo de los dioses, de los dioses Celtas, es pasto de las llamas. Éste lugar mágico y templo de los celtas, está ardiendo y sólo quedará un montón de cenizas. Éste sitio está en el municipio de Ézaro, en A Costa da Morte (Galicia), y es todo un símbolo y sobre el que ya escribí y ahora intentaré reproducir. Descanse en paz monte do Pindo y que el dios celta nos perdone, por quemar uno de sus templos más emblemáticos. Y a continuación os hago un extracto de la narración que hice sobre A Costa da Morte y donde hablo de éste monte.

                 Como vamos viendo ésta es una tierra de mitos y leyendas. Existen varios lugares destacados en éste aspecto donde se mezclan leyendas celtas, romanas y cristianas. Citaré algunos lugares importantes, las demás irán descritos en su sitio. Y destaco:

        -Monte do Pindo: monte situado encima de una aldea, de nombre Ézaro. Es de por sí, un monte mágico. Por la multitud de erosiones que presentan sus piedras graníticas, se forman moles de piedra de todo tipo de formas y colores. Uno se puede imaginar una ciudad, un barco, miles de caras, cuerpos, animales o cosas inanimadas. Hablan los historiadores, que aquí habían dos altares de sacrificios celtas, se supone que para animales y dada la variedad y diversidad de piedras fácil es encontrar alguna, en la que se dice que fue un altar celta. Este lugar es realmente mágico y sus vistas ya no digamos. Su belleza de mole granítica, se adorna de bosques de robles y pinos.

       -Monte del Faro de Finisterre: en éste monte se habla de que había en tiempos celtas, un templo al sol. Ya expliqué porqué se adoraba el sol y en éste punto en concreto. También de la misma época, data un a gran piedra alargada, que puede coger en su seno a una o dos personas tumbadas a su largo, es la aún conservada, piedra de la fecundidad. Se trata que los que no puedan tener hijos, se pasen una noche tumbados en dicha piedra y así queda la mujer fecundada y por supuesto sin echarse un polvo, no vale hacer el guarro ( A ser posible, digo yo, un día que no llueva, porque como llueva a ver quien aguanta toda una noche encima de una piedra y aún encima empapado y muerto de frío y sin poder chingar)... Pero a lo mejor por tener un hijo merece la pena, yo dormí allí y después tuve tres hijos. Ya sabéis: habélas, hainas.

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JULIO CORTÁZAR