Y ya después de darle al curre doméstico, un poco, tampoco hay que pasarse, pues ya estoy de nuevo al mando de mi máquina infernal, mi pequeño ordenador portátil. El próximo ordenador que compre va a ser de pantalla gigante y de plasma, pues eso farda y que lleve incorporado una bomba de neutrones, para ver si así el ordenador anda a la velocidad que toca, pues el mío va como si funcionara a pedales. Menuda mierda internet tengo en ésta isla y más en éste pueblo, porque en éste pueblo no llega ni a un 1 MG, iba a poner, ni a un gay, pero gay es otra cosa y muy distinta. Hay quién opina que hay una confabulación de los homosexuales o maricones o gays, como se prefiera y que se han infiltrado en los medios, sobre todo en televisión y en el cine y que tienen un poder oculto, es decir que están en cargos importantes y que por tanto hay que pasar por su filtro y no por su culo, ¡mal pensados!.
Yo opino que se puede opinar de todo y que a lo mejor y en parte es cierto que abundan más en esos medios, pero de ahí, al poder oculto hay un trecho y un trecho muy largo. Pero bueno, como todo en éste país de cenicienta, si se puede echar un cabo a los amigos, pues se echa. Lo mismo que se lo echan otros, igual que los partidos políticos, que las mujeres o los hombres o igual que se lo echas a tus familiares. Esto que digo es humano y el problema no está en que tu lo hagas, el problema está en que te dejen hacerlo y ahí es donde viene el trapicheo: si me metes a mi cuñado, yo te ayudo con tu primo y así la bola de nieve se convierte en una bola gigante.
En mis tiempos eso de infiltrarse se llamaba "dentrismo" y se hacía para infiltrarte en el enemigo y claro se escogía los puntos de mayor difusión y proyección social, como por ejemplo: la prensa, la radio y la televisión. Allí te hacías el camuflado y eras más derechista que el papa, todo para disimular y así pasabas información importante a tu verdadero bando. Vamos que eras un espía infiltrado. El peligro era el de siempre, que una vez bien instalado en el sillón, pues te acomodabas y la revolución va sonando cada vez más lejana y como un eco cada vez menos audible de una panda de iluminados. Los sillones y las poltronas gustan demasiado y la sensación de mando y ordeno a muchos les hace levitar y después les pasa que como dicen en el argot futbolístico, que se llenan de balón y por ahí es por donde siempre caen, caen como peritas en dulce. Pero eso sí, con los bolsillos llenos de billetes.
Yo opino que se puede opinar de todo y que a lo mejor y en parte es cierto que abundan más en esos medios, pero de ahí, al poder oculto hay un trecho y un trecho muy largo. Pero bueno, como todo en éste país de cenicienta, si se puede echar un cabo a los amigos, pues se echa. Lo mismo que se lo echan otros, igual que los partidos políticos, que las mujeres o los hombres o igual que se lo echas a tus familiares. Esto que digo es humano y el problema no está en que tu lo hagas, el problema está en que te dejen hacerlo y ahí es donde viene el trapicheo: si me metes a mi cuñado, yo te ayudo con tu primo y así la bola de nieve se convierte en una bola gigante.
En mis tiempos eso de infiltrarse se llamaba "dentrismo" y se hacía para infiltrarte en el enemigo y claro se escogía los puntos de mayor difusión y proyección social, como por ejemplo: la prensa, la radio y la televisión. Allí te hacías el camuflado y eras más derechista que el papa, todo para disimular y así pasabas información importante a tu verdadero bando. Vamos que eras un espía infiltrado. El peligro era el de siempre, que una vez bien instalado en el sillón, pues te acomodabas y la revolución va sonando cada vez más lejana y como un eco cada vez menos audible de una panda de iluminados. Los sillones y las poltronas gustan demasiado y la sensación de mando y ordeno a muchos les hace levitar y después les pasa que como dicen en el argot futbolístico, que se llenan de balón y por ahí es por donde siempre caen, caen como peritas en dulce. Pero eso sí, con los bolsillos llenos de billetes.

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