LA BOTELLA

             Y es que hay más cosas que la política, hay fútbol, hay más fútbol, hay bares, hay cafeterías, hay pub, hay fiestas y casi todas, por no decir todas, bañadas en alcohol. El alcohol debía estar en el escudo de España, sirve con una litrona, por supuesto ya vacía, pues ya se la bebió el operario que colocó el escudo en su sitio y puesta encima de la corona, pues la corona también le arrea, pero a su Majestad lo que más le va es el coñac Soberano, como debe de ser, siempre con la corona a cuestas.

                                        Menuda mierda de sociedad, si todo tiene que estar regado por abundante líquido alcohólico y yo no voy a hacer apología de nada, pues beber he bebido y como un cosaco, como decía el otro, yo ya me lo bebí todo y por tanto lo respecto, pero llama mi atención el que uno casi no pueda divertirse sin darle al botellón. Y entonces para que quedamos y nos juntamos, para hacer una timba alcohólica o para intercambiar opiniones o gracias o risas o lloros. Claro que la respuesta es fácil y se me puede decir que se pueden hacer perfectamente las dos cosas y yo digo que sí, que remedio me queda, pero para ello hay que estar muy equilibrado.

                                        Pero aquí está el meollo de la cuestión, el estar equilibrado y es cierto que si se está, no hay problema con nada, ni con el alcohol, canutos, ni la hierba y lo dudo un poco más, si se juega con la coca y el caballo y otras drogas tan potentes como éstas. El problema está en conseguir ese equilibrio y para eso hay que currarse y mucho, por dentro. Para sentirse en equilibrio uno tiene que estar satisfecho consigo mismo y con el entorno que le rodea. Y volvemos a lo mismo, el entorno no ayuda y es más incide en el estado del ánimo de uno mismo.

                                      Ahora vendría la pregunta del millón: ¿y tenemos una sociedad que sirva para eso o sea que ayude a que las personas estén equilibradas?. Cada uno que saque sus conclusiones, yo ya tengo las mías y las mías precisamente no son  muy halagüeñas, más bien lo contrario, son pesimistas, deprimentes y más vale que nos volvamos a tirarnos a la botella. Tampoco es tanto, pero casi lo roza. Por lo tanto, o cambiamos esto donde vivimos, ésta pocilga hecha sin pies ni cabeza y damos alternativas a ésta sociedad o nos convertiremos en seres conformistas que van como los borregos detrás de una botella o de un balón de fútbol o una pelota de tenis, que más me da detrás de que, el caso es que no sabremos hacia donde vamos, bueno sí al campo de fútbol o al bar de enfrente. ¡Bonita elección la nuestra!

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JULIO CORTÁZAR