MI CRÓNICA MARCIANA

       Y hoy aún no escribí mi crónica diaria, claro con tanto lío de amistades y manías y demás tonterías se me fue el santo al cielo. O sea que empiezo. Y hoy es día 17 de Septiembre de 2013 y es Martes y ya se sabe: martes no te cases ni te embarques. Casarme ya me llegó con una vez y no lo critico, pues pienso que la otra persona merece todos mis respectos y es más, es una persona ante la cual habría que quitarse el sombrero. Pero yo me refiero alegóricamente, es decir que ya sé lo que es casarse y ahora por lo que sea, es lo último que quiero y que necesito, ahora voy por libre, si cae algo, pues vale y si no cae, pues también. Y lo de embarcarse lo tengo más fácil, porque no me importaría y además vivo en una Isla y una isla ya se sabe, el mar la rodea o eso era una península?. Y embarcarse no sólo es montarse en un barco, también es embarcarse en algo, en alguna aventura o en alguna tarea pendiente o en algún marrón. Todo puede ser en la viña del señor.

                              Mi crónica marciana de cada día, buff¡¡ como la necesitaba. Hoy volé en avión y lo hice 4 veces y la verdad es que fue en plan batidora, pues era día tormentoso y aquello se movía que no veas. Me llevé dos pacientes y uno era un tío de mi edad, que estaba con el corazón partío o sea que había tenido un infarto, pero que ahora ya estaba bien y ya dispuesto a tener el siguiente. El tío me recordó un tío mío, pero tío de familia y por varias cosas. Primero que era fumador empedernido y ahí también me incluyo yo. Segundo porque era obeso como un cerdo (130 kg.) y tercero que era un tío soltero, pero soltero descuidado, como era mi tío carnal. Entre su gordura viciosa, pues los triglicéridos los tenía por las nubes y entre que era un goloso, el azúcar estaba disparatado y el descuido personal, pues daba un olor a rancio lechoso y mezclado con sudores ya antropológicos, y por último con unas uñas de los pies que podía escalar el Everest sin usar el piolet, pues el conjunto era eso, todo un poquillo asquerosillo.

                           Y me recordaba por su dejadez personal a mi tío, aclaro que a mi tío yo no lo ví como llevaba las uñas de los pies, ni ganas tenía de hacerlo. O sea que el tío era un Comilón ,un Chuchero, un Fumador empedernido, un Bebedor y supongo que un Putero. Todo un señor o todo lo que debe ser un señor que se precie y éste lo era. Lo de Putero no se lo pregunté, pero pensé que ya venía en el paquete o en el kit. O a lo mejor al relacionarlo con mi tío, lo pensé, pues mi tío si que lo era y murió de eso, de tanto exceso, de tanto comer, beber, fumar, joder, y esnifar no, porque de aquellas no se esnifaba, sino seguro que él estaba y el primero. Por cierto que era el tío más imprevisible de la tierra y era capaz de cambiar de carácter en tan sólo medio segundo. Pasaba de la euforia al cabreo y al revés y eso lo hacía varias veces en 5 minutos. O sea que te podía regalar un paquete de cigarrillos y a continuación una hostia de propina, o darte primero la propina de verdad, léase 100 pesetas y a continuación compensarte con otra manada de hostias.

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JULIO CORTÁZAR