EL VELATORIO (Poema)

Entre cuatro paredes,
entre cuatro paredes y una puerta,
y ninguna ventana por donde el aire entrara,
una mesilla rota  y mal pintada,
y una cama de apenas un metro,
y el único ornamento presente, un crucifijo,
y el muerto vestido con su mejores galas,
camisa blanca, chaqueta y una corbata,
y miles de velas alrededor del féretro.

Éste era el escenario del velatorio,
faltaban los lloros de las plañideras,
y el riguroso luto de los presentes,
y el denso ambiente de la casa,
la humanidad alrededor de un muerto,
mezcla de olores y sabores,
olores de colonias con sudores,
o eran sudores con colonia,
y el muerto seguía allí,
 in corpore presente,
y con los ojos cerrados,
y con el ceño fruncido,
como si estuviera concentrado,
y concentrado en su propia muerte.

Después y siempre entre sonoros llantos,
se sirven las viandas y bien regadas de vino,
y empieza el verdadero concierto,
y sube el tono de las conversaciones,
y en la misma medida en que sube el vino,
y el muerto parece que cada vez está más vivo,
si ayer estuve hablando con él, dice uno,
pues yo lo ví al salir de misa, decía el otro,
pero si tenía cara de buena salud, dicen los dos,
y mira, dios se lo ha llevado,
y mientras se sirven otro vino,
y ya cambian de tema,
y hablan de cacerías o
de fútbol,
y se pierden en sus propias palabras,
hasta que un nuevo sollozo sonoro,
les hace volver al velatorio,
y de nuevo empieza la rueda,
y vuelven a hablar del muerto ,
con lo bien que estaba, dice uno,
y lo que se cuidaba, dice otro,
y mira dios se lo ha llevado, dicen los dos.....

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JULIO CORTÁZAR