LA RUTA DEL BACALAO

              La ruta del bacalao comprende la distancia entre dos puntos de ésta Isla que son equidistantes o casi: Es Castell y Ciutadella. Son 45 km. del ala, nada más, pero tampoco menos. Cuando llegué a la Isla, pensaba eso, que eran 45 km. de nada, pues en la península se hacen cada día más kilometros, muchos más, pero al paso del tiempo, esos 45 km. se multiplicaron por tres, se estiraron como se estira un chicle y ahora de cada vez parecen dos puntos más lejanos.Esta ruta para hacerla bien requiere de una preparación previa, bueno para mi lo requiere, pues yo cuando me desplazó a Ciutadella suele ser para ir de guardia. Así la noche anterior, conviene estar concentrado, se debe hacer un repaso de todo los utensilios que necesitas (libros, bolis, tabaco, móvil, cargador, etc...).. Tambien te juras y te perjuras que hoy sí, que hoy te vas a acostar temprano, pero es verano y ya se sabe...lo que pasa en verano, que la sangre te llama. Por la mañana, a las 6 a.m., ducha, water, dientes,... y café y más café. Para que a las 7, salir con tu buga dispuesto a emprender la ruta.

                                     Sin más, se pasa el cordón que envuelve a Mahon y ya nos ponemos en carretera. Lo primero que vemos, si es que vemos algo, con esa luz tenue y casi apagada, es la cantidad de coches que a esas horas no llevan las luces encendidas. Me paso el viaje dando luces, para que igual no se enteren, los observo por el retrovisor y con decepción veo que no sirve de nada. Suelo suponer, que éstos conductores no encienden las luces, porque piensan que las luces consumen batería y me tranquilizo pensando que lo hacen por ahorro energético o sea que son ecologistas en acción. Y yo sin saberlo.
 
                                     En ésta carretera, hay que ir con los cien sentidos. No sólo hay que estar atento a las luces, no señor, tambien a los camiones, a los controles de velocidad, a las patrullas de carretera,..., controlar todo esto, requiere de un master en seguridad vial. Es cuando exiges que los cafés cumplan su función. Al fin, desde la penúltima loma, en lontananza se ve Ciutadella. Siempre tan bella, aunque a esas horas de la mañana, uno no está para tanta poesía. A la entrada de Ciutadella, hay un bar muy conocido, donde paran coches y camiones y que a mí a veces, me parece ver un cartel que me señala y suele tener forma de ensaimada, y es verlo y no creerlo, las endorfinas se disparan y las tripas ya no paran y chillan despavoridas y todas al unísono y no paran hasta que devore una ensaimada. Después la guardia, que es como siempre, 24 horas largas y unas pocas horas de sueño y punto y ya  es otro día.

                                         La vuelta, buff...!, la vuelta, la vuelta se hace muy larga. Lo normal es que uno no dormiera como toca y tampoco duchado y que la dosis de café sea insuficiente. Además nos topamos, con el sol de frente, un sol asesino, inmesericorde, que ayuda a echarle más peso a esos párpados cansados. Así, avanzamos de vuelta, mediodormidos, por no decir del todo, con pensamientos abstratos del más allá, mezclados con retazos de contemplación !! Que bonita es la isla!!. Algún día recorreré éste camino y éste otro.. Llegamos al primer control de velocidad, el de Mercadal, a 50 km. hora. Siempre tengo la sensación que hasta las cucarachas nos adelantan a paso lento. Te queda la venganza del próximo carril de adelantamiento. Ya pasamos por sitios pintorescos, como el "Safari Park", lleno de jeeps preparados para la gran aventura, el safari en Menorca, !menudo safari!, yo creo que los que van son una panda de masocas que les encanta romperse el culo en cada bache de esos senderos menorquines, aparte que si Safari es ver vacas pastando y algún caballo suelto, pues entonces me callo.Claro que despues viene el "Zoo". Al pasar por él, no dejo de acordarme de otros animales que son huéspedes de otro zoo, el de Almendralejo. Recuerdo sus 40 grados a a la sombra, me los figuro  hechos papilla, derrumbados, sin piel que les proteja, así al pairo y en pelota picada. Con éstos calores isleños, me temo que los de aquí, importaron la moda.
                                     A éstas alturas, las dosis de café escasean y ya tengo síntomas de alucinosis. Me imagino un bar de carretera, de ésos de área de descanso, con un café delicioso o tambien si se me va mucho la olla, ya pienso directamente, sin más, en un chutedero de café instantáneo. Sigo sin entender, como no hay, ni lo uno, ni lo otro.  A partir de aquí, uno se va preguntando, de vez en cuando, ¿en donde estoy?. Mal síntoma éste, pues demuestra que ni estás en la isla, ni tampoco en la tierra. Distinto es cuando te preguntas ¿por donde voy?. Estas preguntas, de cada vez ya ocupan más espacio cerebral y el cerebro ya no es cerebro, es una traza de café llena de preguntas.Así las cosas, las tripas tambien empiezan a apretar y su baile se hace maldito. La taza de café va cogiendo forma de taza de water y los retortijones te hacen adoptar la postura de defensa: culo apretado, desabrochado el cinturón y el botón del pantalón y cara de malas pulgas. Con éste gesto de estreñimiento o mejor dicho de control esfinteriano a punto de petar, llegas al pueblo, a Es Castell, pensando en el café, en el water, en la ducha,... y siempre cae primero un café o dos y mientras los retortijones ya dejan de serlo y se convierten en amenazas nucleares. Por fín, das gusto a tús sentidos y necesidades y a partir de aquí, si que empieza el nuevo día y ese día, empieza en Es Castell, mi pueblo.
FIN DEL VIAJE....

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JULIO CORTÁZAR